César Alexis Marcial Campos
Los años entre 1915 y 1920 representan para los historiadores mexicanos, particularmente para los fronterizos, un periodo sumamente interesante de la historia del norte mexicano por la superposición y concatenación de varios procesos de orden nacional e internacional. En este lapso comenzó la segunda fase de la revolución mexicana, después del asesinato de Francisco I. Madero y la usurpación del gobierno por parte de Victoriano Huerta; ocurrieron la lucha de facciones revolucionarias y el triunfo de los constitucionalistas con el ascenso de Venustiano Carranza al gobierno central. En Estados Unidos avanzó el movimiento temperante que logró en 1920 la promulgación de la Ley Volstead con la cual quedaron proscritas en toda la unión americana la producción y distribución de bebidas alcohólicas y en el plano internacional irrumpió la Primera Guerra Mundial. En este periodo políticamente agitado gobernó el Distrito Norte de la Baja California el coronel Esteban Cantú y comenzó a despuntar la economía, gracias a consorcios estadunidenses que realizaron una serie de inversiones en servicios turísticos, agricultura y pesca. La historiografía bajacaliforniana ha documentado el papel que jugó Estaban Cantú, primer gobernador del Distrito, en el desarrollo económico del norte de la península durante estos años, mientras otras zonas del país experimentaban los estragos de la lucha armada. Cantú es un personaje histó- rico polémico de quien se han ocupado varios historiadores. Se ha escrito de él que favoreció la prostitución, el comercio de opio y la inmigración china; que estuvo estrechamente ligado a los intereses extranjeros en detrimento de los vínculos del Distrito con el gobierno federal mexicano, que gobernó con relativa autonomía y renuencia a obedecer al poder central. También han llamado la atención de los estudiosos del pasado las medidas fiscales que impuso en el Distrito, sus posturas políticas, su incursión en el ámbito empresarial y en general las tensas relaciones que sostuvo con Carranza. Los tópicos relacionados con Cantú y su gobierno parecerían agotados, sin embargo, las indagaciones que presenta César Alexis Marcial Campos en esta obra demuestran que todavía hay asuntos que merecen y reclaman atención. Durante los cinco años que gobernó Cantú, el Distrito Norte experimentó una prosperidad económica nunca antes vista, básicamente por la producción algodonera y el auge del turismo. El erario tuvo ingresos suficientes para mantener a la milicia, a la burocracia y para realizar obras de infraestructura. El gobierno de Carranza recibía informes de que esa prosperidad también beneficiaba al peculio de Cantú y de su familia política ¿Qué conocimiento tenía Carranza de los recursos del erario del Distrito y en qué medida las tensiones con Cantú se debieron a la percepción de que éste los acaparaba? La información que despliega Marcial Campos en este trabajo nos da una idea clara de los fondos de la hacienda local y le permite afirmar que las tensiones no se debieron solo a la usurpación de funciones estatales por parte de Cantú, sino al estira y afloja por el manejo de esos recursos. Marcial Campos describe con detalle los medios utilizados por el gobierno de Carranza para allegarse esa información y resalta la labor de espionaje realizada por sus cónsules en Arizona y en California. El cúmulo de informes sobre el auge económico de carga negativa por el turismo sexual y de parranda que tenía lugar en las cantinas, burdeles y fumaderos de opio de los poblados fronterizos del Distrito, forjaron una imagen negativa del coronel Cantú ya de por sí devaluada entre los revolucionarios por ser un oficial del ejército porfirista que había apoyado a Victoriano Huerta y había intentado negociar con Francisco Villa. Para ellos Cantú era un “científico”, un residuo porfirista, antipatriota, explotador de los peores vicios y causante de la ruina moral de la población del Distrito. Dicha imagen fue proyectada en la prensa por los constitucionalistas, y posteriormente por el grupo sonorense, para desprestigiar al coronel. Marcial Campos explica detalladamente, basado en información recabada en hemerotecas virtuales, cómo se construyó esta imagen a nivel nacional y esto representa otra interesante aportación de su investigación. La llegada del grupo sonorense al gobierno federal en 1920, después de la rebelión de Agua Prieta y el asesinato de Carranza, creó un escenario político distinto para el coronel Cantú. Como presidente interino Adolfo de la Huerta intentó pacificar el país y al mismo tiempo centralizar el poder, lo que implicaba, en el caso del Distrito Norte de la Baja California, limitar las acciones independientes de Cantú, negociar con él o destituirlo. Al respecto el autor de este libro se plantea como duda si los sonorenses intentaron llegar a un arreglo con Cantú para tener injerencia efectiva en los asuntos del gobierno del Distrito. Explica que sí se entablaron pláticas, pero sin llegar a acuerdos, y especula que Cantú no confió en los sonorenses y finalmente, en una postura del todo o nada, optó por el desacato y la confrontación. El meollo de la investigación de Marcial Campos, y desde mi punto de vista su aportación más relevante, es explicar la estrategia que siguió Adolfo de la Huerta para destituir a Cantú por medio de una campaña que consistió en desarticular su base de apoyo, hacer una intensa propaganda de desprestigio en la prensa, cerrar la frontera y enviar al norte de Baja California una expedición militar con Abelardo L. Rodríguez a la cabeza de unos 3,000 soldados. Mientras que otros autores habían dado por sentada la explicación de la salida de Cantú del gobierno del Distrito, nuestro autor pondera cada uno de los elementos de esta campaña que impactó en México y en Estados Unidos y creó un ambiente adverso para la permanencia del coronel. Otros aspectos importantes del trabajo de Marcial Campos que vale la pena resaltar en esta breve presentación, son el acopio y la presentación de datos que refieren los cuantiosos ingresos de los ayuntamientos del Distrito, los cuales se convirtieron en motivo de disputa después de ser conocidos y divulgados por espías del gobierno de Carranza y del grupo sonorense; los indicios que nos llevan a pensar que antes del movimiento de Agua Prieta, Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles ya contaban con una activa red formada por colaboradores con talentos diversos. También conviene señalar el rescate que hace el autor de los personajes (políticos, empresarios y oficiales) que constituyeron la base de apoyo de Esteban Cantú en el gobierno y la hipótesis de que el coronel no tenía realmente un respaldo firme porque estaba rodeado de mercenarios y de gente oportunista. El interés de este joven historiador por la Revolución mexicana lo condujo a la revisión bibliográfica de un tema central en la historia de Baja California, con la clara intención de llenar algunos vacíos y hacer una contribución al conocimiento histórico de la región. La exploración y aprovechamiento de nuevas fuentes propició que se planteara preguntas pertinentes y elaborara un sólido proyecto de investigación que mereció la beca que otorga el Centro de Estudios Históricos de México de la Fundación Carso a los jóvenes historiadores interesados en la investigación. Durante poco más de un año Marcial Campos realizó una ardua labor en diversos acervos y presentó sus resultados en una tesis de licenciatura, que luego trabajó para convertirla en el libro que ahora tengo el gusto de presentar. El autor de Un territorio en disputa: el Distrito Norte de la Baja California durante el gobierno de Esteban Cantú, 1915-1920, forma parte de una generación de historiadores formados en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Baja California que se caracterizan por hacer investigación con nuevos enfoques, armados con preguntas relevantes y una metodología. En este que es su primer trabajo, Marcial Campos demuestra que tiene talento y las bases de un oficio que deberá afinar con la práctica para consolidarse en el mediano plazo como un excelente investigador. La exploración y aprovechamiento de fuentes diversas y nuevas para el tema, como el Archivo Histórico Militar de la Secretaría de la Defensa Nacional, el archivo digital del Centro de Estudios de Historia de México-Carso y las hemerotecas virtuales, le permitieron hacer una aportación relevante a la historiografía de la revolución mexicana. Por eso lo felicito, celebro sus logros y expreso mi deseo de que esta publicación sea el inicio de una trayectoria académica brillante. Finalmente deseo agradecer al Archivo Histórico Pablo L. Martínez de La Paz, Baja California Sur por publicar esta obra que sin duda generará inquietudes entre los historiadores y el público constituido por seguidores y críticos del coronel Esteban Cantú; todos encontrarán en este libro un material valioso para el debate y la formulación de nuevas preguntas de investigación.
