Prof. Jesús Castro Agundez
La presencia del selecto grupo de jóvenes estudiantes que honra hoy nuestra mesa, hace que vuelvan a mi espíritu reminis cencias de la época en que también nosotros, como ellos ahora, esperábamos con ansias el principio de cada año de estudios que nos haría ascender un peldaño más en la escala de nuestras aspi raciones. A horcajadas en el corcel veloz del recuerdo, vuelvo a vivir las inquietudes, las zozobras; pero también las esperanzas y alegrías de la vida estudiantil, esa incomparable etapa de la exis tencia en que todo lo vemos teñido con el rosado tinte de la ilusión. En un salto retrospectivo, aparece de pronto en la imaginación el cuadro que ofrecía el viejo muelle de La Paz, cuando estaba a punto de partir hacia lo ignoto, hacia lo desconocido, pletórico de anhelos y esperanzas, el primer grupo de estudiantes sudcalifor niano. Una emoción no experimentada hasta entonces, envolvía
_ todo nuestro ser e inundaba por entero nuestro espiritu. Era el 18 de noviembre de 1920 y en las tranquilas aguas de la Bahía, el "San Antonio", ese histórico barco decano de nuestra Marina Mei-
cante, hinchaba ya su velamen dispuesto a emprender su viaje en ruta hacia el Puerto de Manzanillo, ll vando en esta ocasión re pleta la toldilla con aquel cargamento de jóvenes a quienes podrfa calificarse con justicia, como nuevos aventureros del ensueño.