Elizabeth Acosta Mendía
María de la Luz Gutiérrez
Leonardo Varela Cabral
Baja California es una tierra ciertamente singular, no sólo en el contexto de la historia y geografía del continente americano, sino incluso desde una óptica mucho más amplia. Los procesos históricos que aquí ocurrieron desde el poblamiento de la península hasta la evangelización española, e incluso más allá de ese vasto periodo de tiempo, hasta llegar a nuestros días, parecen contener una síntesis muy apretada de otros procesos ocurridos en muchos sitios y momentos diferentes, que representan, en conjunto, algunas claves para entender a la humanidad. Tal es sin duda, por ejemplo, la relación entre el hombre y el paisaje. En esta península, como en pocos lugares del mundo, se han preservado casi intocados innumerables testimonios de todo tipo de interacciones entre el ser humano y su contexto. El aislamiento ha producido la sensación casi mágica, o por lo menos mítica y simbólica, de que existen tiempos y espacios detenidos, prácticamente inmutables; alguna suerte de burbuja cuyo interior preserva instantes todavía vivos aunque lejanos y no de fácil acceso. Esta es la emoción e inquietud que nos agobia cuando apreciamos las expresiones rupestres, pero también cuando visitamos las construcciones misionales; las cuales, como señala Bárbara Meyer, contribuyen a comprender el discurso guardado por la piedra, la madera y los lienzos de estos recintos, donde se muestra la impronta de la cultura occidental en tierras californianas. Tal descripción nos acerca a las tradiciones artísticas y religiosas que van del arte barroco al neoclásico, pasando por estilos de significación nacional, como los llamados “barroco estípite” o “barroco tributario.” Además, percibimos la relación explícita o simbólica que estas misiones pudieran tener con las pinturas rupestres y los oasis. La búsqueda de los lenguajes que enlazan holísticamente naturaleza e historia, hombre y paisaje en la península bajacaliforniana es el motivo de esta investigación. Nuestra hipótesis es que existen continuidades ocultas debajo de las más abruptas rupturas, a lo largo de las más diversas épocas. Sostenemos, y pretendemos comprobar, que existen significados y significantes que, a pesar de transformarse desde hace miles de años, siguen transmitiendo ciertos códigos cuyos núcleos simbólicos reiteran el gran poder significativo que tuvo y tiene este entorno semiárido, aparentemente hostil, mas sumamente propicio para el encuentro con imágenes, mitos y arquetipos que representan a lo sagrado en sus múltiples formas, incluso desde encontradas perspectivas.